Muy pronto la razón hubo de hallar en la violencia de la vida una objeción contra la vida misma. Y quiso de inmediato reparar aquel vicio normativo aplicando la ortopedia del método: desde entonces la vida ha pasado a ser un teorema que solamente se demuestra por reducción al absurdo.
Si bien tampoco la pasión supo empujar su rebeldía mucho más lejos: en disputa con la razón por la conquista de sus privilegios pretendió ocultar el acceso a la vida con el velo del misterio. Y a la llave de esa entrada la denominó con un equívoco nombre: amor. Desde entonces la vida ha pasado a ser también una implacable telaraña.
0 hay que todavía piden sangre:
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