nadie ya

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11:37 p.m.
Tenía unos labios hermosos. Aunque tímidos, los ojos se le dilataban a causa de la pobre luz. Su nariz se abultaba delicadamente lo mismo que su boca. Se inflamaban ambas como las espirales que adornan un mueble muy viejo y muy noble. Ocupó el borde del sillón durante un largo rato hasta que el cansancio consiguió vencerla. Entonces bostezó y muy disimuladamente acudió a recostarse. Hacía ya unos seis meses que no tocaba el violín por una tendinitis. Recuerdo que ni bien hubo entrado halló en el atril la partitura de un Concierto de Mozart. Se acercó para estudiarla mientras reconstruía la música con una mano en el aire. Todavía puedo ver sus dedos deletreando en secreto como las campanillas que sacude una ráfaga no presagiada.

2 hay que todavía piden sangre: